UNA NUEVA ETAPA.

PARA EVITAR LA SOBRECARGA DE INFORMACIÓN EN LOS DOCUMENTOS DEL CARTEROPETRAS INFORMAMOS QUE A PARTIR DEL EQUINOCCIO MERIDIONAL DE PRIMACERA 2010, LOS DOCUMENTOS DEL CARTEROPETRAS TIENEN SU PÁGINA 2 O BLOG 2
http://documentosdelcarteropetras.blogspot.com/
CON EL FIN DE IR AGRUPANDO LAS TEMÁTICAS GENERALES Y PARTICULARES QUE SE VAYAN INCORPORANDO.
OBVIAMENTE, LA PÁGINA 1 O BLOG1 SEGUIRÁ ACTIVO E INCREMENTABLE EN RELACIÓN A LOS TEMAS YA INCLUÍDOS.

CONVOCATORIA A NUESTROS LECTORES

Dada la gran (para nosotros) audiencia que tienen Los Documentos del Carteropetras alrededor del mundo, es que les solicitamos nos hagan saber cuales son las temáticas que más les interesan dentro de Los Documentos.

martes, agosto 03, 2010

RENAN VALDÉS: CON UN ENFOQUE NACIONAL REPORTARÁ DESDE EL MÁS ALLÁ.




miércoles 4 de agosto de 2010.

Mi amigo Renán Valdés

Ha muerto un grande.
La vida de nuestro camarada y gran amigo Renán Valdez von B (1923-2010) se apagó el pasado 6 de julio.
Sin duda a los hombres grandiosos los define la circunstancia particular de una existencia acorde con sus actos. Una existencia grande pero en el caso de Renán también silenciosa; de un silencio en que como caídas estrepitosas caben los años, las derrotas, las enfermedades y las ausencias que ya, al cerrarse en torno al fin de nuestros días como la certeza que son, no nos dejan apelar a nada más que a recuerdos. Muy bien lo sabes tú, querido Renán, que te gustaba tanto vivir de ellos.
Renán Valdés a lo largo de su vida no fue un hombre políticamente correcto ante el mundo. La cohesión interna de sus actos y de su lucha contundente por lo que consideraba justo, por aquellas cosas que aunque fueran minucias le quitaban el sueño o lo amargaban profundamente, lo mantuvo aferrado a sus búsquedas. A veces de elevado precio, a veces perdidas de antemano o de frentón equivocadas.
El aislamiento, la soledad, el desarraigo y la pobreza lo encontraron en sus últimos años, y de todas las luchas sólo contaba derrotas. Derrotas personales y políticas, sufrimientos enormes que no viene al caso enunciar en este pequeño homenaje, pero que fueron, sin embargo, la simiente de una visión de mundo muy especial y única.
Su casa cerca de Recoleta estaba llena de recuerdos. Le encantaba enseñar sus álbumes de fotografías a los amigos. Aparecía junto a Ibáñez, Frei Montalva, Allende –quien pese a ser diametralmente opuesto a él lo respetaba como un digno adversario-, Bernardo Lieghton, Augusto Pinochet, Gabriel González Videla, etc.
Con el autor de la Ley Maldita hay una interesante historia. Renán, con su tono directo le increpó al Presidente en la prensa en 1948 el hecho de salir elegido con votos comunistas y luego lanzarse en su persecución. Esto le costó la cárcel y el exilio a Quirihue. Cuando estuvo recluido escondió entre sus ropas una cámara fotográfica que le permitió captar la vida que tenían los reclusos en la penitenciaría pública. Aquella vivencia le inspiró una novela llamada Cárcel. En medio de su exilio el Presidente lo mandó a llamar directamente a la Moneda e impresionado por su sinceridad le dio de inmediato el indulto. Renán fue siempre un luchador contra el comunismo y el marxismo en todas sus manifestaciones, pero para él los cuestionamientos justos e inteligentes eran primero que las posiciones políticas. Muchos años después, cuando trabajó en el edificio Diego Portales, se atrevió a cuestionar los allanamientos de Pinochet frente a frente. Según él que detuvieran “a tanto cabro joven que ni sabía lo qué era el comunismo no era justo para las familias”. La impertinencia le costó su salida del trabajo pero a la vez le dio el respeto de los que lo rodeaban. Pinochet en persona hizo Ley de República la pensión de gracia que le permitió seguir viviendo austeramente sus últimos años. Pese a tener pocos recursos su hospitalidad era su mayor virtud al ser visitado por los amigos. Eso, sus buenas historias y reflexiones, hacían que las visitas a su casa fueran una delicia.
Perteneció a las filas del Movimiento Nacional Socialista de Chile allá en la lejana década del 30, días en que el idealismo se vestía de uniforme gris y se golpeaba a los enemigos políticos con un grueso cinturón, cuya hebilla, de bronce macizo, tenía el relieve de un rayo en asenso. El día en que nos conocimos llevé uno de estos cinturones a su casa. Él, emocionado, lo sostuvo entre sus manos y ensayó, después de casi 70 años, el certero movimiento de ataque. No lo había olvidado ni un segundo.
Me contó que el cinturón se enrollaba sobre una mano y era usado para golpear al oponente con los dos extremos de la correa que terminaba en puntiagudas piezas de bronce, que en algunas oportunidades eran afiladas para producir mayor daño. Las piezas se encajaban, una sobre otra, para armar la hebilla y ajustarse luego al pantalón. “Nadie quedaba parado después de recibir un hebillazo. Andábamos desarmados y cuando nos veían el cinturón, pocas veces alguien de la policía se daba cuenta que podía ser un arma”, me relató aquella vez.
Era un hombre lleno de recuerdos maravillosos y su gran asunto fue sin duda la política. Tuvo gran participación como militante de diversas agrupaciones nacionalistas y partidos políticos. Estuvo en el M.N.S, en el Movimiento Nacionalista de Chile de Guillermo Izquierdo Araya, el PADENA, el Agrario Laborismo y la DC. En los años 60 lanzó su candidatura a regidor independiente por el primer distrito de Santiago. No tuvo suerte. Al observar sus fotos de campaña, aparecen lugares conocidos, teatros de la urbe concurridos por la gente modesta de los barrios de Recoleta que fueron sus escenarios de toda la vida. Al medio de todos, en la palestra central, sosteniendo casi siempre un cigarrillo, mirando a la cámara y coronado con frecuencia por el pabellón patrio, estaba Renán haciendo gala de su mejor pinta, su bigote anchoa, su terno negro y su inigualable labia. Esa era su virtud junto con la escritura. También había en esos actos un no se qué de melancólico, una tristeza implícita que indicaba que el único resultado de aquello debía ser la derrota.
Forjado en la dureza no conoció a su madre hasta los 19 años. Fue hijo de la destacada pintora nacional Elena von Benebitz, quien al conocerlo, cuando Renán fue por curiosidad a la elegante casa donde vivía, tuvo hacia él una actitud distante y fría. Pese a eso guardó toda la vida junto a su corazón y como único recuerdo un cuadro hecho por la artista. No ser reconocido fue uno de sus grandes dolores. Para su padre no fue un hijo querido y su presencia fue más bien distante entre los hermanos para quienes era un extraño ya mayor sin pertenecía al hogar ni a la felicidad común del núcleo. Vivió su niñez, solitaria casi, junto a su abuela y su tía que murieron tempranamente. Al quedar solo transitó en pensiones de mala muerte en el centro de Santiago, rebuscándoselas a duras penas. Era una ciudad extraviada bajo un velo melancólico de luces murientes y estertores de bohemia memorables. La juventud de Renán, al quedar solo, se tronó desencantada. Él mismo nos cuenta: “Cuando me pongo a recordar esas lejanas etapas de mi vida estudiantil, pienso en la mueca de asombro que debió afectar mi rostro al salir de la oscuridad a la luz, como un hombre a quien se arroja violentamente a la vida al catorceavo año de concepción. Porque el fenómeno de la vida propiamente tal se incorporó al bagaje de mis especulaciones con caracteres violentos, a los catorce años. La imaginación robustecida en un silencio demasiado largo, templada en la inacción, rompió aceleradamente sus envolturas y emergiendo de entre las células más ocultas del cerebro, como un lampo de luz de fascinaciones irresistibles, derribó todo, construyendo en represalia, un gran casillo de absurdos, de esperanzas truncas, un laberinto falso y seductor”.
Fue en esa época, 1938 o 39, en que comenzó con el oficio que definió su vida: el periodismo. Desde su pequeña pieza, en esos días en la calle Mac Iver, redactaba sus cuentos y crónicas. Usaba una añosa máquina de escribir portátil que a pulso le abrió la puerta en varios periódicos como El Mercurio, Trabajo, El Diario Ilustrado y La Antorcha de San Felipe, en donde comenzó su carrera apenas hubo terminado la enseñanza en el Liceo San Agustín.
Con el tiempo vinieron los libros, cuentos y novelas, y la dramaturgia, actividad que lo llevó a conocer a su gran amigo Juan Pérez Berrocal que fue uno de los principales precursores del cine chileno y un importante hombre de teatro vinculado a la SATCH (Sociedad de Autores Teatrales). La amistad de ambos perduró hasta el punto que fue Renán el que prologó su libro de memorias editado en Perú, titulado “Mi vida y el teatro”.
Los libros de Renán Valdez, los conocidos, son “Cárcel”, editado en 1949, “Cuatro autores y sus cuentos” de 1954 y “En el cielo no hay parcelas” de año desconocido.

Sin duda fue un hombre que se hizo a sí mismo; fue un nacionalista como nadie porque amó a su patria por sobre todas las cosas, y el suyo fue un amor que valió el precio duro de vivir en la marginalidad, ignorado y pobre. Nunca mendigó cargos políticos y se mantuvo fiel a sus propias razones y principios, a sus propios errores y búsquedas, a sus propias obcecaciones. Buscó figurar, pero no ambiciosamente como otros, sino estar presente en los afectos de quienes ayudaba incondicionalmente. Pocas veces fue reconocido y su orgullo le impidió pedir favores y recompensas, por eso nunca tuvo el lugar merecido
Renán fue derrotado y es precisamente aquella derrota la que lo hace un héroe. Él, como nadie, asumió el precio de su pensamiento. Un precio que nadie, salvo algunos, están dispuestos a pagar por mantenerse sinceros y limpios.
Nuestra amistad me dio algo grande. Una reflexión honda sobre la vida y sus caminos. Muchas veces le dije el último tiempo que fuera al medico y que se hiciera ver el corazón que le estaba fallando. Nunca hizo caso. “Señor Valenzuela -me decía con ese respeto y parsimonia típicos de él-, yo ya estoy cansado de vivir. Me siento solo en esta casa, mi esposa y mi hija me esperan en el otro mundo y yo ya no quiero nada más”. Se cumplió por fin tu deseo, mi querido Renán.
Murió como vivió, de pie. No alcanzó a caer al suelo cuando el infartó fulminante sacudió su cuerpo con el último suspiro, el suspiro de un hombre superior que de todas las guerras, que de todas las batallas, sólo contó honrosas derrotas.

Te echaré de menos, maestro, amigo, camarada.

Honor y gloria a Renán Valdés.


Publicado por Maurilio Emir Valiente,
Reportero de las historias.


http://cronicascuriosas.blogspot.com/2010/08/mi-amigo-renan-valdes.html
Reproducido de

2 comentarios:

Anónimo dijo...

AGRADECIMIENTO; al periodista don Maurelio Emir Valiente, por la reseña y el afecto demostrado a mi hermano, padre y abuelo Renán Valdés von B. fallecido el 16 de julio del presente, en la ciudad de Santiago de Chile, luego de añorar el eterno descanso a su avanzada edad, en un estado pleno de paz interior de la misión cumplida, lo cual le fue concedido por el Creador, encontrándole en su recámara particular junto a su familia más cercana y, con el sentimiento siempre presente, del reencuentro con su esposa e hija fallecidas hace un tiempo atrás.

A modo de un modesto homenaje me referiré a él, a mi hermano, con sus mismas palabras escritas el 05 de Nov. 1952, en el Diario de Malleco de la ciudad de Angol, en una de sus múltiples crónicas periodísticas, que guardo con mucho cariño y que quiero poder compartirlas. Vittorio Valdés Corón.

”Recordando a los ausentes” por Renán Valdés von B.
Junto con iniciarse el mes de Noviembre, con sus cielos azules arados de volantines debemos tender nuestros recuerdos nostálgicos hacia los ausentes, hacia los que debajo de sus losas envueltos en el sudario incorruptible de su silencio están esperando. ¿Duermen, descansan? ¿Luchan acaso por despertar su espíritu de la materia o conservar su materia absorbida por los guijarros, hasta la resurrección de la carne?
¿Sienten el frío de la tumba, la soledad y la tristeza de su condición? Misterio nos asomamos a tus nichos y están quietos, preguntamos angustiosamente en sus oídos congelados por la inanición, golpeamos en la tierra, hacemos ruidos queremos tender un alambre de expresión una onda de comunicación espiritual entre ellos y nosotros. Todo imposible ha caído la tierra del silencio en el corazón de los muertos. Les ha cubierto el misterio terrible y desolador y se han quedado como dormidos mientras surge entre nosotros la infinita distancia que existe entre los que sabemos y lo que ignoramos. Cuando nuestros seres queridos emprenden el ignorado y oscuro camino del silencio, cerramos sus ojos y marchándose con la misma callada y simple quietud con que han vivido; generalmente con una espesa cortina de tinieblas y dolor nos acompaña por mucho tiempo y marca nuestros días con esa vaga y sutil melancolía que dejan en el alma las cosas irremediables.
Después vienen los años con su estela vaporosa del olvido. La necesidad, la juventud o el instinto de vivir lo que la gente llama el deber y esos; otro acaso lo más importante y necesario de la vida que es el olvido nos siguen empujando hacia delante. La muerte de los seres lejanos no tiene la misma fisonomía, ni la misma tremenda congoja de la que penetra inesperadamente en nuestras casas. La otra está lejos y no sentimos el ruido asesino de sus puñales. Esta nos adentra en la sangre su dedo de hielo, y la ausencia que produce y que ella trae consigo, nos hace comprender lo que significan las palabras, para siempre y nunca más. En este día de noviembre aunque la primavera recién está iniciando la resurrección de su carne, hay para cavilar con emocionada esperanza todo vuelve todo renace, la resurrección es un milagro tan corriente como la vida y bien si esto es así ¿dónde resucitan los muertos y en qué mundo está floreciendo denuedo su inquietud? Renán Valdés von B.

Anónimo dijo...

continúa...vida y obra del escritor y periodista Renán Valdés: en 1949 Renán edita en la Editorial "El Heraldo" de la ciudad de los Andes, su Novela Social "CARCEL", a la edad de 24 años, todo un adolecente llevando a las letras una narración de un pasaje de su vida en el cual interpreta la "geografía del crimen" en la carcel pública de la ciudad de Santiago de Chile.
Su padre don Vicente Carlos Valdés von Bysivinger, filólogo entregaba su parecer en una breve semblanza al libro de Renán, con las siguientes palabras: Dinámico como lo pide la época. Con acróbáticos nervios galopa virilmente hacia la eternidad.¿Por qué? Porque Renán Valdés es el poeta de la metáfora no buscada sino nacida en el "recóndito ancestro" de su propia geografía humana, sin rebuscamientos cursillones, sin frases fotográficas niactitudes suficientes. Su extrema juventud no le permite, ni las da tiempo para vestirse de etiqueta: vibra con el minuto democrático que estamos viviendo; pero si se permite y Dios lo quiere y la justicia no se opone, vibra con auténtica democracia y no esa de cartón , decartón piedra, ni esa democracia de fariseos que da prebendas y canongías... Un romántico (quizá el último romántico)un sentimental como el joven escritor que nos ocupa, no rinde honores a los cálculos interesados. No escribe Valdés, para adular. Escribe por la gloriosa necesidad espiritual de escribir y dice las cosas así no más, sin segunda intención; hace su obra artística como debe hacerse; escribir con la espontaneidad con que cantan los pajarilos o como ríen los niños.
Su mérito mayor es el de haber caminado de noche- en esa negra noche de todas las anguntias -, y sin "busca- caminos". La luz se la proporcionó el mismo. No tuvo el egoísmo ambiente la generosidadde que tanto alardea.Sin embargo. el tiempodirá la palabra definitiva y el público, ese Juez infalible y sincero habrá de condecorarle irremediablemente. ¡Ojaláestas cuatro líneas escritas sin surterfugios de sofistas tengan la virtud de un aplauso expontáneo! Yo podría haber hablado de la belleza de un primer libro escrito por un adolecente; de los descarrilamientos de la sintáxis o de los baches de la gran avenida del idioma; hacer cátedra e indicar rutas...¿para qué? El susurro lírico y armonioso del viento, no tiene pautas; ni la belleza azul del infinito, perspectivas.Por la ruta serpenteante de la vida marcha ya un nuevo peregrino. ¿Adelante!
(Gentileza de su hermano Vittorio Valdés).