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lunes, agosto 09, 2010

¿HAY QUE NEGAR A LOS PUEBLOS PARA DEFENDER A LAS NACIONES? (Disputa con el PNR).

A continuación entregamos como documentos, primero, un artículo del Partido Nacional Repúblicano de España en el que con la intención de realzar la potencia del estado nacional se ningunea a los cuerpos sociales intermedios y, segundo, nuestra crítica a dicho artículo en el que rescatamos el valor de estos, pero integrados al estado nacional y al bloque geopolítico al que este pertenezca.
P/.


LA "AUTODETERMINACIÓN DE LAS NACIONALIDADES OPRIMIDAS", UNA CONSIGNA DEL CAPITAL.

P.J. Cadalso /Agosto de 2010

El Partido Nacional Republicano propone la instauración de una república unitaria (se refiere a España/NOTA del EDITOR), que debe significar la supresión del sistema de las autonomías, así como de fueros, cupos y de toda forma de privilegio territorial.



El régimen juancarlista se organizó territorialmente en Estado de las Autonomías para dar cancha a unas burguesías regionales con naturaleza de garrapatas, la catalana y la vasca, que ya medraron chupando la sangre al resto de España en el periodo franquista. Por ello, y con la salvedad de minorías abiertamente separatistas, esas burguesías y sus testaferros políticos se avienen por el momento a una evolución confederal del régimen. La "Nación de naciones" les permitirá seguir aferradas al cuerpo al que parasitan, al tiempo que lo tratan de igual a igual, "bilateralmente" y montan presuntuosas embajadas en todo el mundo, Y, sobre todo, les otorga el privilegio de expoliar con sus propias manos a los trabajadores de sus cortijos y, dando rienda suelta a su racismo, discriminar como ilotas a quienes persistan en afirmar una condición nacional española. De paso, ayudan al gran capital a dividir a las fuerzas del trabajo del conjunto del "Estado".



Con ello, el sistema de las Autonomías se ha diseñado de modo ajustado a la maquinaria de desintegración nacional que supone la dominación del imperialismo germano sobre Europa, claramente puesta de manifiesto desde la partición de Checoslovaquia, pasando por las guerras balcánicas, hasta la independencia de Kosovo (que ha terminado beneficiando a los USA).



En el periodo histórico actual, la consigna de la "autodeterminación de las nacionalidades" tiene una sola función: disgregar o, como mínimo desestabilizar, a una nación determinada en beneficio de otras naciones y, en última instancia, del bloque imperialista al que se adscriben. Inspirada en las reaccionarias ideologías del romanticismo alemán, conduce al impulso de movimientos nacionalistas "étnicos", basados en la raza, la lengua, las costumbres peculiares y demás expresiones del "alma del pueblo". Se opone frontalmente al concepto democrático de la nación política.



La persistencia de los grupos de origen estalinista, trotskysta y maoísta en la difusión de la consigna de la “autodeterminación de las nacionalidades”, es una de las principales razones que abonan su caracterización como extrema izquierda del capitalismo

Partido Nacional Republicano. C/ San Bernardo, 20 – 1º 28015 Madrid
Telf. 676 090 121 | www.pnr.org.es | pnr@pnr.org.es

A CONTINUACIÓN NUESTRO COMENTARIO AL ARTÍCULO ANTERIOR:

LA INTEGRACIÓN DE LOS DISTINTOS NIVELES DE LA REALIDAD NACIONAL:
LA FUERZA PARA RESISTIR A LOS ENEMIGOS DE LOS ESTADOS NACIONALES.

Es curioso como se producen los procesos que van desde una noción a otra.
Aquí, en este texto del PNR-España, estamos en presencia de una de esas curiosidades del pensamiento político (un nacionalismo estatal que ataca los nacionalismos pre-estatales por ser románticos, como si el mismo nacionalismo estatal no hubiese nacido del romanticismo).

Motivados por el loable empeño de defender el estado nacional, la identidad nacional, la nación construída como un proyecto colectivo cual sufragio de los siglos, frente a las tendencias disgregadoras originadas en los reavivamientos forales, regionales o étnicos, se llega al extremo de desconocer la realidad, la necesidad y la legitimidad de éstas instancias de organización social-comunitaria.
Ciertamente que existe una confabulación antiestatal-nacional en dos grandes frentes:
- desde "arriba", con la global-invasión de un capitalismo mundialista que, con el objetivo declarado de perfeccionar el mercado planetario, busca eliminar todo obstáculo a la libre circulación del capital, de las cosas producidas y de las personas (aunque el objetivo encubierto sea el de que este mercado global sea controlado por unos pocos grupos poderosos constituídos en Los Amos del Mundo); y entre estos obstáculos a eliminar se encuentra tanto la existencia de un estado fuerte capaz de imponer su soberanía en su territorio como el sentido de pertenencia a una nación que tiene su propia historia y sus propias tradiciones. Los grupos neoliberales que defienden éstas tendencias mundialistas disolventes pasan a ser la extrema derecha del supra capitalismo.
- desde "abajo", con la efervescencia separatista motivada en la reivindicación de terrritorios, lenguas, religiones o/y fueros, por parte de minorías étnicas, regiones históricas o pueblos indígenas, que llegan al extremo de exigir su "libre auto determinación", cercenando y restando fuerzas a los estados nacionales. Los grupos neomarxistas que defienden éstas tendencias indigenistas separatistas pasan a ser la extrema izquierda del supra capitalismo.
Todo ello es cierto, pero no por ello se tiene derecho a desconocer la dinámica de como se fueron generando las naciones y el sentido de pertenencia de las personas existencialmente integradas (y no pulverizadas por la masificación de la vida moderna), y esto implica necesariamente tres niveles:
- el nivel primario, más directamente comunitario y que está vinculado al lugar donde se nace, se vive y se trabaja, con todo su respectivo transfondo cultural diverso y que es la base en la que se sustenta o complementa el siguiente nivel (el del estado nacional) y que puede estar asociado a determinados orígenes étnicos, a la practica de determinadas costumbres, al habla de dialectos o variaciones linguisticas, a ciertos modos de organización social y económica o a la restauración de fueros y privilegios;
- el nivel secundario, más societario y asociado a la vigencia del estado nacional, a la obediencia de las normas compartidas y a la identificación de los ciudadanos con los símbolos colectivos; y
- el nivel terciario, vinculado a la civilización de la que se forma parte y que se expresa en la constitución de bloques de estados nacionales -unidos por una historia común y un territorio vecino- que articulan una misma geopolítica; por ejemplo, una Europa de las Patrias (en el caso europeo) o una Patria Grande (en el caso romanoamericano).
La fuerza nacional identitaria, capaz de resistir los embates disolventes del enemigo (esa confabulación mundialista-separatista, ya caracterizada), tiene que considerar, necesariamente, estos tres niveles de la realidad nacional, y no a uno solo de ellos en desmedro de los otros (como hace este artículo de PNR-España) y menos exaltando un decadente "concepto democrático de la nación política" .


PETRAS PETRUS DEPETRIS, Non plus ultra. 9 de agosto del 2010.-

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