El historiador Joaquín Fernández hace una lectura distinta a la habitual respecto de la Revolución de 1859, no ya como una reacción liberal en contra del autoritarismo presidencial, sino que –sin negar ese componente secundario- fundamentalmente como el último estertor del mismo movimiento corporativista autonomista que produjo en el primer ventennio del Siglo XIX “las independencias” de los pueblos españoles de América.
La Revolución de 1859 aparece así como un movimiento regionalista alzado en armas para defender la autonomía municipal de los cabildos –en la línea de la tradición sociopolítica hispánica de que el poder político debe ser compensado con un fuerte poder social- frente al centralismo monárquico de la Presidencia de la República –que continúa la antitradición borbónica del Siglo XVIII-.
A 150 años de ésta revuelta atacameña, que alcanzó a hacerse del poder hasta La Serena, conviene prestar atención al corporativismo dormido que subyace en los actuales movimientos regionalistas chilenos.
PETRAS/.
A 150 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE
NOVEMBER 09, 2009
JOAQUÍN FERNÁNDEZ
La Revolución Constituyente Atacameña de 1859 fue la última gran rebelión regionalista que vivió nuestro país. En enero de 1859, una insurrección estalló en distintos focos a lo largo de Chile, los que se levantaron en armas contra del gobierno de Manuel Montt. En un afán claramente revolucionario, los insurgentes pretendían cambiar el ordenamiento político del país, llamando a reformar la constitución.
Copiapó fue la zona que lideró las fuerzas antigobiernistas en la Guerra Civil de 1859.Bajo la dirigencia de Pedro León Galo, puso en jaque el poderío del Gobierno Central, extendiendo la revolución por Atacama, llegando a capturar La Serena y Coquimbo, transformando la conflagración en una Guerra Civil.
La lucha por el autonomismo regional fue uno de los principales factores que explican el levantamiento atacameño contra el Gobierno central en 1859. La creciente tendencia a la centralización de los decenios pelucones, agudizada durante la administración Montt violentó una tradición política copiapina centrada en las libertades comunales, transformándose en una de las principales causas del levantamiento copiapino en la Guerra Civil de 1859, marcando las características de la insurrección y dándole un marcado tinte revolucionario que pretendía reformar radicalmente la institucionalidad política del país.
No es de extrañar el estallido revolucionario fuese justificado mediante un análisis que mostraba al Estado como el producto de un ordenamiento constitucional pactado, el cual se podía disolver en caso de que los gobernantes violaran los derechos civiles o políticos de los ciudadanos. Los insurgentes declararon como su “divisa” el llamado a una “convención constituyente a todo trance”, declarando que “Copiapó, consecuente con sus principios”, debería “permanecer en completa disidencia con el poder que repele esa convocatoria”. En este esquema, los órganos representativos de las localidades eran vistos como los depositarios del poder ante una ruptura del “pacto social”, y por lo tanto, como los actores destinados a liderar el proceso constituyente ¿Cuáles eran, específicamente, las instituciones a las que hacían alusión los revolucionarios? La respuesta apunta a los Municipios.
Así, en 1860 el líder revolucionario Pedro Pablo Zapata, Escribió desde su exilio peruano una crónica en que planteaba descarnadamente el dilema de los atacameños ad portas de la Guerra Civil: “El Golpe de muerte dado por el Gobierno a las municipalidades fue el agente más poderoso que activó la revolución en el país: después de destruido el poder municipal: base del poder constitucional ¿Qué otro recurso quedaba para salvarse de la dictadura que la revolución? abriendo una campaña desventajosa en que se tendría que pelear sin armas en contra de disciplinados batallones del Gobierno: pero cuando hay valor y patriotismo no se calcula, no se cuenta el número ni ventajas del enemigo, se piensa sólo en la patria y se abraza el partido del honor: esto fue lo que hizo Copiapó.”
En menos de cuatro meses, los revolucionarios, liderados por el joven magnate Pedro León Gallo, crearon un ejército que llegó a movilizar más de 1600 efectivos, acuñaron moneda propia, sublevaron las ciudades del Valle de Huasco, derrotaron al ejército santiaguino en la Batalla de los Loros y liberaron La Serena en medio de los jubilosos vítores de un población que se había visto obligada a rendirse en 1851.
Si bien la revolución fue derrotada tras la batalla de Cerro Grande y los cruentos combates de la caída de Copiapó, su memoria se alza como un enorme monumento al regionalismo y a la búsqueda de un ordenamiento constitucional demócratico y respetuoso de la libertades públicas. El discurso de la revolución, que hacía alusión a la constitución como un “pacto social” entre los “pueblos”, o poderes de las localidades, fue el último grito en Chile de ese espíritu de rebeldía corporativa local que fusionado con el liberalismo caracterizó a la independencias hispanoamericanas.
Por eso, la celebración de los 150 años de la revolución constituyente debe ser recordada con un símbolo de la lucha por las libertades públicas, por un ordenamiento constitucional legítimo y por un marco político-administrativo descentralizado.
FUENTE:
http://blog.latercera.com/blog/jfernandez/entry/a_150_a%C3%B1os_de_la
COMENTARIOS RECIBIDOS:
- 24-12-2009. Guillermo Henríquez Alfaro:
El supuesto movimiento regionalista de 1859 fué orquestado desde Francia, utilizando a empresarios con mentalidad de "cipayos".
- 26-12-2009. Petras Petrus de Petris:
Sin desconocer el componente liberal del movimiento de 1859 (que se podría correlacionar con esa posible orquestación francesa) es interesante estar abierto al hecho de que a pesar de ese componente liberal, fué más importante como ese movimiento se inscribe en el mismo sustrato tradicional sociopolítico que permitió "las independencias" en la segunda decada del mismo Siglo XIX y que legitimaba (y sigue legitimando) los regionalismos. El separatismo es una distorsión del regionalismo, tanto en la segunda como en la sexta decada del Siglo XIX.
Regionalismo no es Separatismo.
- 26-12-2009: Guillermo Henríquez Alfaro:
No entiendo cuál es el espiritu de la revolución del año 10 que se invoca.
El alzamiento que relatas tiene su orígen en Paris al igual que el "particular respaldo que recibió" Oreille Antoine el Rey de la Araucanía.
La idea de Chile es ajena y antagonista a lo de 1810 y lo de 1859.
Cuáles fueron las verdaderas intenciones y lealtades de Pedro León Gallo?
Me parece este el primer intento de constituir la "Nueva Francia".
No olvidar que Oreille Antoine se proclama Rey de la Araucanía en 1860. ... Ver más...
Francia se hizo de importantes posesiones en Oceanía desde Valparaíso.
Suponiendole intenciones honestas a Gallo, por lo menos habrá que concluir que era totalmente funcional a los intereses galos.
27-12-2009:Petras Petrus de Petris:
Lo que tendrían en común es que se basan en la tradición sociopolítica hispánica medieval de que el poder social compensa el poder político y de que este poder político tiene que respetar los fueros, prerrogativas, privilegios y costumbres que se expresan en el poder social y que si el poder político no puede ser ejercido es el poder social de donde emana el modo en el que ese vacío va a ser llenado.
Y eso es lo que legitimó tanto los cabildos de 1810 como los reclamos regionales de Atacama.
El problema estribó en que ese legitimismo del poder social derivó en separatismos que disgregaron la comunidad americana de pueblos hispanos (segunda mitad del Siglo XIX) y que intentaron disgregar el norte chileno del resto del país (sexta decada del Siglo XIX).
Quizás ésta distorsión antitradicional de una legitimidad comunitaria tradicional se deba a las interferencias inglesa (segunda decada S. XIX) y francesa (sexta decada S. XIX).
Mineros Chilenos
Hace 14 años.
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