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lunes, noviembre 02, 2009

JACQUES DE MAHIEU: Extractos de FUNDAMENTOS DE BIOPOLITICA


P/. 2-11-2009.
Una de las críticas que se ha hecho a “LA RAZA CHILENA” de NICOLÁS PALACIOS es que esa fusión chileno-originaria del elemento germánico godo presente en el español conquistador-fundador y el elemento araucano presente en el mapuche conquistado-fundado, sería una fantasía, una pretensión, en definitiva, una aspiración.
A la luz de los conocimientos biopolíticos que expone JACQUES DE MAHIEU, “Raza Chilena” puede ser leída con nuevos ojos puesto que la raza chilena puede ser, efectivamente, criada, con la repetición metódica de los hábitos viriles gótico-araucanos de tal manera que queden automatizados por las sucesivas generaciones de chilenos educados en esas virtudes.
Obviamente esto es ALGO QUE PUEDE SER, es una posibilidad, es una potencialidad: para que aquella potencia se actualice, esa formación de hábitos debe estar ya potencialmente, embrionariamente, en el seno del pueblo chileno; es un proceso que se debe dar, necesariamente, en conformidad a genes que ya están y que van creciendo en experiencia hasta su madurez perfilando, así, como conjunto colectivo de genes, una raza adulta (VER EL PUNTO 12. LA MEMORIA HEREDITARIA y EL PUNTO 16. CREACION DE LA RAZA).
PETRAS.


Extractos de FUNDAMENTOS DE BIOPOLITICA de Jacques de Mahieu.

(Lo que va entre paréntesis y a modo de subtítulo y lo que va resaltado en negrita es responsabilidad del editor Carteropetras, al igual que la selección efectuada).

Primera Parte

INTRODUCCION

1- OLVIDO Y EXAGERACION DEL FACTOR ETNICO
Muy pocas veces(…)la raza ha sido colocada en su justo lugar en cuanto factor de la existencia, estructura y evolución de las comunidades humanas.
O bien la raza no existe o constituye por lo menos un elemento sin importancia reflejo del medio (Por un lado, Marx y Maurras), o bien, el contrario, abruma el mundo con un determinismo absoluto y sin remedio (Gobineau).
Surge de todo eso que el problema necesita ser tratado de nuevo desde sus fundamentos y llevado hasta sus últimas consecuencias, a la luz de las solas realidades científicas.

2- LA BIOPOLÍTICA:
considerar el conjunto de los procesos hereditarios en la medida en que intervienen en la vida de las comunidades humanas. Tal es el objeto de la biopolítica.
La biopolítica tienen un papel importante que desempeñar: en todo el mundo, los conflictos de razas, se multiplican y grandes choques étnicos, en escala desconocida hasta ahora, se anuncian en el horizonte; la degeneración, por causas internas de nuestras comunidades tradicionales, exige explicación y remedios que la ciencia política no ha sabido, hasta ahora, dar ni recetar.

LA RAZA
3. EL HOMBRE: HERENCIA MAS HISTORIA
En el momento de la concepción, la célula-huevo contiene en potencia todo el desarrollo ulterior del ser humano, tal como se producirá, pero también tal como se produciría en otras circunstancias.
En ese instante de su creación, el hombre posee un conjunto de posibilidades entre las cuales tendrá que elegir sin cesar; y, dicha elección permanente eliminará de su futuro posible no sólo la realidad que se incorporará a su memoria psíquica y fisiológica sino también lo rehusado y todas sus consecuencias virtuales. La vida del ser humano es, por lo tanto, enriquecimiento continuo por la actualización de posibilidades que se vuelven efectivas, pero también empobrecimiento continuo por el rechazo de posibilidades que se vuelven irrealizables. En el origen del hombre hay, por consiguiente, un capital potencial recibido; y sabemos que lo hereda de sus padres. Pero, en cada momento de su existencia, él mismo influye en dicho capital por la elección que efectúa: elección ésta que depende de sus necesidades, vale decir del medio en que vive y que pesa sobre él, pero también de su pasado que, en forma de memoria, ha transformado su ser. El hombre elige en una adaptación constante a sí mismo y al mundo exterior. Su ser depende, pues, de dos factores: la herencia que le trae el conjunto de sus posibilidades, y las circunstancias según las cuales se efectúa su elección y que rigen, por consiguiente, su historia. No es posible estudiar el hombre prescindiendo de uno de estos dos elementos. Tampoco es posible actuar eficazmente sobre él ignorándolos. Desde el doble punto de vista del estudio y de la acción, la política debe tener en cuenta la herencia del hombre, vale decir, en el sentido más general de la palabra, su raza, como también su medio.

4. EL HECHO DE LA RAZA
(La evidencia de que existe de hecho y la dificultad de conceptualizarla).

El concepto de raza es, hoy en día, tan amplio que resulta verdaderamente demasiado impreciso, hasta el punto de perder casi toda utilidad. Se aplica indiferentemente el término al conjunto de nuestra o nuestras especies ("la raza humana") ; a los grandes grupos “de color" ("la raza blanca") y a tal o cual de sus fracciones ("la raza aria") ; a sociedades históricas ("la raza italiana") y hasta a conjuntos lingüísticos o culturales ("la raza latina"). Sin duda, vagamente, se tiene la idea, en todos los casos, de que la raza está ligada al factor hereditario del hombre y de que un conjunto racial presenta cierta comunidad de caracteres, trasmitidos con la vida, que lo diferencian de los demás. Pero se han visto, sin embargo, sociólogos y especialistas en ciencia política, atribuir al solo medio la desigualdad de los conjuntos humanos y, por lo tanto, sostener que todos poseen idénticas posibilidades. Otros, al mismo tiempo que afirmaban de modo arbitrario la homogeneidad racial de las comunidades primitivas, se han basado en la diversidad de tipos de un conjunto determinado para negar la existencia actual de las razas. Por otro lado, los antropólogos parecen propensos a establecer sus clasificaciones sobre la base de tal o cual factor arbitrariamente elegido. A veces, el color de la piel constituye el único elemento de discriminación de los conjuntos raciales; otras veces, la forma del cráneo o las propiedades de coagulación de la sangre. En el caso más favorable, se consideran varios caracteres somáticos, excluyéndose terminantemente todo factor psíquico y aun biológico. La casualidad de un descubrimiento o seudo descubrimiento, o más simplemente la moda, transforma periódicamente, sin razón valedera, una rama esencial de la ciencia del hombre. Las ideologías se han mezclado en el asunto. Por todo eso, nos parece indispensable reenfocar el problema partiendo de los datos que la experiencia nos suministra. No necesitamos de teorías para poder afirmar el hecho de la raza. Todo el mundo distingue a un congoleño de un chino; todo el mundo capta la diferencia que existe entre un grupo de cien suecos y otro de cien españoles. Todo el mundo sabe igualmente que el negro que nace en Nueva York es tan negro como él ve la luz en el Congo y que, por consiguiente, algunos de los caracteres que permiten al menos competente reconocer una diferencia étnica son hereditarios. La dificultad empieza solamente con la definición del concepto de raza. Tratemos de descartar los factores que la deforman. Podemos lograrlo muy fácilmente considerando ya no al hombre sino a animales de otros géneros. Si llegamos así a establecer una definición zoológica de la raza, será sencillo ver en qué medida se aplica al fenómeno racial humano.

5. EL CONCEPTO ZOOLOGICO DE RAZA
la raza zoológica es un conjunto de individuos que poseen en común, en cierta medida cuantitativa y cualitativa, cierto número de caracteres físicos, fisiológicos y psíquicos que se trasmiten por herencia. El individuo representativo de una raza es simplemente el que une en sí todos estos caracteres llevados a su grado máximo.

6. EL ERROR DE LA "RAZA PURA"
Hemos considerado hasta ahora el conjunto racial como conglomerado estático de individuos. Corresponde, para poder contestar la pregunta anterior, examinarlo en su aspecto evolutivo.
es erróneo hacer de la pureza un criterio de existencia y, con más razón, de valía de la raza.
Lo que se llama "grado de pureza" de una raza es simplemente su homogeneidad relativa, vale decir el hecho de que cada uno de sus componentes posea en mayor o menor número y grado los caracteres distintivos del conjunto en cuestión.
Si fijamos arbitrariamente su principio en el instante de su última diferenciación, está fundada en una heterogeneidad originaria aunque se suponga que ninguna mestización haya intervenido desde entonces, lo que difícilmente se podrá afirmar aun en lo que atañe a las razas animales mejor y más antiguamente fiscalizadas.

7. LA HERENCIA
Sabemos, grosso modo, como se trasmiten dichos caracteres.
Pero debemos tener cuidado con la generalización abusiva y la vulgarización fácil de la genética mendeliana.
el tipo híbrido se reproduce indefinidamente (…) la tercera ley de Mendel bastaría para establecer tal permanencia.
la primera (ley de Mendel) no se aplica sino a un carácter, vale decir un gene, aislado del conjunto al cual pertenece. Si se considera ya no uno sino dos caracteres, éstos se trasmitirán independientemente el uno del otro.
Tratándose ya no de dos genes sino de millares, las leyes del cálculo de probabilidades hacen imposible la aparición de un individuo idéntico a uno de sus antepasados primitivos y todos los descendientes de la pareja considerada, en cualquier generación que se los examine, serán híbridos en el sentido de que poseerán algunos de los caracteres de cada uno de los tipos originarios mientras que, desde otros puntos de vista, participarán del uno y del otro. Por lo tanto, no solamente las dos primeras leyes de Mendel no se aplican al hombre más que de un modo muy relativo sino que la tercera nos demuestra que la multiplicidad de los caracteres en juego bastaría para prohibir prácticamente toda vuelta automática a los tipos primitivos de un linaje mestizo.

8, LA COMBINACION DE LOS GENES
Hasta ahora, sólo hemos encarado el caso de la descendencia de una pareja única. Pero es excepcional, en nuestras sociedades, que el matrimonio se practique entre hermanos y hermanas. En la realidad de los hechos, el problema es mucho más complejo que el que plantea la unión de dos dotaciones hereditarias Y la "mezcla" de genes es infinitamente más amplia. Sin embargo, en el seno de una comunidad reducida y cerrada, todo el mundo llega, después de cierto número de generaciones, a ser pariente de todo el mundo y cada miembro del grupo posee los mismos antepasados que cualquiera de los demás. Cuanto más reducida numéricamente en su origen y cerrada en el curso de su desarrollo es una comunidad, y cuanto más antigua es, más sus miembros poseen genes, y por consiguiente caracteres, comunes y más se parecen entre sí. Vale decir que un grupo originariamente heterogéneo se unifica por endogamia. Sin duda sus miembros no serán todos idénticos, pero sí se mostrarán, hasta cierto límite, cada vez menos desemejantes: su aspecto, su mentalidad y sus reacciones manifestarán un grado creciente de homogeneidad.
La "pureza" de una raza es por lo tanto creación de la endogamia y del tiempo. Tanto más cuanto que los genes no se combinan sólo por asociación sino también por interacción. En efecto, del choque de genes contradictorios no nace necesariamente un promedio sino a veces un carácter nuevo. Para pedir prestado nuestro lenguaje a la química lo que no debe hacerse sino con mucha prudencia ¬ diremos que los genes se unen a veces en mezcla y otras veces en aleación. En este último caso, el encuentro produce la actualización de caracteres hasta entonces latentes. Sin duda, se trata de un fenómeno excepcional, pero conviene tenerlo en cuenta en todo estudio del proceso de hibridación.

9. EL DOBLE EFECTO DE LA MESTIZACIÓN
La mestización trae a un conjunto humano un acrecentamiento de su masa hereditaria. Los individuos que lo componen son más diversos, y tanto más cuanto que los tipos originarios eran más alejados el uno del otro. Pero lo que así gana el conjunto en variedad, luego en posibilidades por lo menos teóricas, está contrabalanceado por lo que pierde en estabilidad y unidad, por lo menos hasta que haya reconquistado su homogeneidad. El conjunto étnico homogéneo está concentrado en la realización de lo que es. Posee una meta bien definida y una voluntad de poderío afirmada.
Tiene conciencia de sí mismo. Es “de una sola pieza". El conjunto mestizo todavía no homogeneizado está tironeado, por el contrarío, entre aspiraciones diversas y, a menudo contradictorias. Se dispersa y se relaja. Necesita tiempo para volverse otra vez dueño de sí mismo; exactamente el tiempo necesario para la reconstitución de su unidad étnica. Por supuesto, la nueva raza que nace de la hibridación, cualquiera que sea su valor, es distinta de sus dos componentes. Sin embargo, existen razas cuyos caracteres distintivos principales son generalmente dominantes y que poseen así la capacidad de conservar en estado latente algunos de los genes extraños que se incorporan por mestización a su capital hereditario. Pero tal propiedad es excepcional y no invalida el hecho general de que los conjuntos étnicos mestizados pierden por un tiempo, con su unidad hereditaria, su armonía y su tensión.

10. LA MUTACIÓN
(Algo más profundo que la emergencia de genes recesivos de los progenitores es la reemergencia de potencialidades genéticas remotas: nada nace de la nada).

En ciertas circunstancias, naturales o experimentales, nace de un linaje conocido una descendencia diferente, en uno o varios puntos primordiales, de sus progenitores, y los nuevos caracteres que surgen así se trasmiten por herencia.
La masa hereditaria es, por consiguiente, capaz de modificarse en su acto, si no en su ser.
No se concebiría, en efecto, una creación ex nihilo de los caracteres recién aparecidos. Luego, tenemos que admitir que éstos existían en potencia en los genes de los progenitores y que sólo constituye novedad su actualización en determinado momento de la evolución del linaje considerado. Por lo tanto, la mutación consiste en un paso de la potencia al acto, vale decir del estado virtual al estado de hecho de caracteres que llamamos nuevos porque aparecen súbitamente en un linaje, sin que nada haya podido dejar suponer su existencia latente, en los progenitores lo mutante.
La importancia etnológica del fenómeno es considerable puesto que nos permite entender mejor el proceso de mestización y reconstrucción de la homogeneidad del grupo mezclado: bajo el choque producido por la unión de ser de razas distintas, surgen por mutación, caracteres que no pertenecían a ninguno de los grupos constitutivos que traen así a la nueva comunidad étnica particularidades que refuerzan su homogeneidad.
Pero la mutación puede ser también factor de diferenciación cuando hace nacer en el seno de una raza o un linaje individuos desemejantes a sus padres. El sistema de selección que permite a los criadores mejorar las razas que les interesan, y hasta crear otras sin tener que recurrir al lento proceso de la cruza se funda en parte en este fenómeno.
La biopolítica, como la zootecnia, encuentra, en la mutación una de las bases esenciales de su acción.

11. LA HERENCIA DE LOS CARACTERES ADQUIRIDOS.
Sabemos que el individuo puede contraer hábitos. Sus órganos y su mente son capaces de aumentar sus posibilidades de acción por el juego de la memoria.
El métier de un artista o un obrero no es sino un conjunto de hábitos “almacenados" que constituyen una añadidura a su dotación hereditaria.
Pero ¿dicho individuo trasmite a su descendencia todo o parte de tal acrecentamiento de su ser?
La herencia de los caracteres adquiridos ha sido demostrada plenamente.
En el orden humano, es bien conocido, aunque puesto en duda por los negadores de la herencia de los caracteres adquiridos, que varias generaciones son necesarias para formar un buen obrero en ciertos oficios difíciles, la cristalería por ejemplo.
Tenemos más confianza, a este respecto, en el testimonio y, sobre todo, en la práctica de los industriales que afirman la realidad del fenómeno que en las aserciones de los teóricos cientificistas.
Además ¿no se contradecían a sí mismos esos transformistas del siglo pasado que, mientras negaban la herencia de los hábitos, fundaban su teoría de la evolución de las especies en una modificación paulatina de las generaciones bajo el efecto del medio, modificación ésta que no podía efectuarse sino merced a la transmisión hereditaria de los progresos realizados?


12. LA MEMORIA HEREDITARIA
De todas maneras, los hechos, hoy día establecidos aun en el laboratorio, ya no pueden ponerse en duda.
No sólo los genes son capaces, por mutación, de actualizar caracteres hasta entonces meramente potenciales, sino que también son susceptibles de transformación.
Las células reproductoras registran en alguna medida las modificaciones mnemónicas y las transmiten. Es evidente que si los miembros sucesivos de un linaje viven todos la misma experiencia, la repetición influirá en el grupo considerado cada vez más enérgicamente y el hábito, en el sentido más amplio de la palabra, de cada individuo se convertirá en instinto hereditario.
Es verosímilmente, así, que las abejas adquirieron la técnica que les permite fabricar la miel. Es seguramente así que el adiestramiento de numerosas generaciones de perros transformó una especie salvaje en razas domesticas. Acabamos, voluntariamente, de escoger dos ejemplos muy desemejantes.
En efecto, en el caso de la abeja, se trata de una automodificación por adaptación a necesidades de existencia.
En el caso del perro, por el contrario, se trata de una modificación impuesta por el hombre.
La raza se modifica, pues, por adquisición de caracteres bajo la acción del medio que le impone ciertas condiciones de vida, pero el hombre puede incorporarse a dicho medio y actuar así sobre los conjuntos étnicos que desea transformar.
Esto es verdad en lo que atañe tanto al hombre como a los otros animales. Pero queda bien entendido que los nuevos caracteres no se adquieren sino en la medida en que la raza considerada se muestra capaz de adaptación y educación.
Bien se podrá criar en medio de las flores a generaciones sucesivas de moscas: no se pondrán a fabricar miel. Y se tratará en vano de domesticar el tigre. Lo mismo ocurre con el hombre.
La biopolítica posee con la herencia de los caracteres adquiridos un medio de acción eficaz, pero solamente en la medida en que las modificaciones que desea obtener en un conjunto étnico están incluidas a título de posibilidades en la masa hereditaria de este último.
Los genes, por lo tanto, no crecen en posibilidades sino en experiencia, vale decir en dinamismos de actualización que se manifiestan automáticamente en las generaciones herederas en lugar de realizarse al precio de largos esfuerzos individuales.
Por la herencia de los caracteres adquiridos, una raza se vuelve adulta, exactamente como un niño cuyo ser absorbe conocimientos mnemónicos a lo largo de su experiencia.
Por consiguiente, es posible "criar" una raza como se cría a un ser humano.

13. LA ACCION DEL MEDIO
Nuestros análisis anteriores nos permiten entender mejor el papel del medio como factor de evolución de las razas. Y empleamos la palabra "medio" para expresar no sólo las condiciones geofísicas y geopolíticas de la vida de los conjuntos étnicos sino también las que podríamos llamar educativas, en el sentido de que dependen de una voluntad de acción interior o exterior a la comunidad.
El medio actúa sobre la raza como agente de actualización y selección de sus posibilidades inmanentes.
El conjunto se encuentra con respecto a él en una situación semejante a la del ajedrecista frente al tablero. Este posee una capacidad -vale decir posibilidades virtuales de jugar de tal o cual modo- que es dada al comienzo del partido y proviene de sus dotes biopsíquicas y de su experiencia. Pero su juego efectivo depende no sólo de dicha capacidad sino también de la posición de las piezas del adversario y de las suyas propias en un momento determinado. Esta constituye la condición del medio que influye en su decisión de mover tal pieza en tal dirección cuando muchas otras combinaciones son teóricamente posibles. Dos jugadores de iguales posibilidades puestos en presencia de condiciones distintas evidentemente no reaccionarán del mismo modo, y tampoco dos jugadores de capacidades o solamente de técnicas diferentes colocados frente a un mismo problema.
Reemplacemos tablero por condiciones geográficas y sociales y jugador por conjunto étnico y habremos definido la acción del medio sobre la raza. Nadie ignora, por ejemplo, que el mar suscita, en el hombre blanco, la audacia; la montaña, la resistencia y el clima tropical, la apatía. Pero el negro de la costa africana nunca se ha vuelto navegante, no resiste la altura y el clima cálido es indispensable a su energía relativa.
Cada raza, por lo tanto, es capaz de adaptarse a cierto abanico de condiciones planteadas por el medio y adaptándose, se modifica en función de dicho medio, pero siempre según las posibilidades de su masa hereditaria.

14. EL DOBLE EFECTO DEL MEDIO
Cuando se considera un conjunto étnico en un medio determinado, se comprueba un doble proceso de diferenciación y unificación de la comunidad que constituye.
Diferenciación con respecto a los demás grupos de la misma raza necesariamente sometidos a condiciones de desarrollo diferentes.
(Y) el fenómeno de unificación de un conjunto heterogéneo bajo la acción del medio: la identidad de condiciones de vida ha hecho surgir caracteres nacionales.

15. LIMITES DE LA ACCION DEL MEDIO
Gobineau notó con acierto que "en todas partes el mundo ha visto florecer sucesivamente, y en los mismos suelos, la barbarie y la civilización" según las razas que los han poblado.
La acción actualizadora del medio, admítanse o no las teorías monogenistas, es, sin duda, el factor de la diferenciación de las razas, (pero) su influencia sólo es secundaria, siendo erróneo atribuirle la responsabilidad de las diferencias fundamentales que separan las razas.
La diferenciación, bajo la acción del medio, de razas que provienen de un mismo tronco se ha producido en el curso de milenios, y (…) las modificaciones históricamente observables se reducen a poca cosa en comparación con la parte estable de la masa hereditaria de los conjuntos étnicos.
(Y) tenemos que comprobar que lo esencial de dicha diferenciación ya estaba cumplido en el origen de los tiempos que nos son más o menos conocidos, no siendo posible, por otra parte, volver sobre la historia de la especie - o de las especies - que se impone a nosotros. Ninguna acción del medio puede hoy día borrar ni siquiera atenuar de manera perceptible las diferencias adquiridas entre las grandes razas de “color" ni entre las razas principales constituidas en el seno de éstas, exactamente como simples cambios de clima, alimentación y adiestramiento no son capaces de transformar en percherón una jaca de ShetIand. Pero sabemos también que los caracteres adquiridos en el curso de su evolución por los distintos conjuntos étnicos poseen un margen de variación sometido al medio.
Es un hecho al cual nada se puede cambiar que el medio, agente eficaz, de diferenciación, unificación y progreso - o decadencia - de los conjuntos étnicos, sólo actúa de modo decisivo en el marco de las razas existentes y se muestra incapaz de volver sobre lo anteriormente adquirido.
Las razas humanas están hoy en día un poco en la situación del ajedrecista al final de un largo partido. Este no puede volver sobre sus jugadas anteriores ni recuperar las piezas perdidas y debe tener en cuenta la historia del partido, que pesa sobre sus últimas posibilidades. El medio - la posición de las piezas en el tablero - condiciona todavía su juego y puede hacerle perder o ganar, pero solamente en la medida en que su sino no esté determinado ya por mis elecciones pasadas.

16. CREACION DE LA RAZA
Nos hallamos ahora en condiciones de captar el proceso de constitución de un grupo racial en las varias hipótesis posibles.
La raza se crea por mestización y bajo la acción del medio.
Pero mientras que la mestización es capaz, por sí misma y hasta en los casos extremos, de realizar la homogeneidad del conjuntó originariamente complejo, el medio no puede sino actualizar los caracteres virtuales comunes a los varios elementos étnicos que intervienen en la formación de la nueva comunidad.
Vale decir que su acción está limitada por las posibilidades ya existentes, aunque no manifiestas, de la masa hereditaria de los componentes del grupo. El hombre sólo se adapta al medio en la medida que posee en sí mismo la respuesta a las condiciones que ése le plantea.
Notemos sin embargo que por la selección que estudiaremos más adelante el medio es capaz de una acción, negativa sin duda, pero que domina la herencia del conjunto considerado, puesto que puede eliminar ciertos elementos constitutivos en provecho de otros más resistentes o más adaptados. Ahora, aprehendemos mejor la jerarquía que existe entre los factores de creación de la raza.
La masa hereditaria de un conjunto constituye la totalidad de sus posibilidades biopsíquicas y queda esencialmente invariable.
Pero algunas de dichas posibilidades sólo se manifiestan en condiciones particulares del medio, mientras que la selección determina cierta elección entre los caracteres heredados.
De ahí se deduce no solamente que la raza, lejos de ser un recuerdo más o menos mítico del pasado, es por el contrario una creación continua de la historia sino también que nos es posible influir en su proceso de formación.
Eso es lo que hacen, más o menos empíricamente, los criadores: modifican, por mestización, la masa hereditaria del grupo que les interesa; imponen a éste condiciones de vida que suscitan, o por lo menos favorecen tal o cual carácter deseado; le dan eventualmente un adiestramiento que se transmitirá, con el tiempo, en forma de carácter adquirido, de generación en generación; seleccionan a los individuos mutantes, sea para eliminarlos, sea para utilizarlos como reproductores; descartan, por fin, los elementos que no corresponden al tipo buscado.
Logran así crear razas casi perfectamente homogéneas y bien adaptadas a un fin determinado.
Corresponde a la biopolítica estudiar, sobre las bases así establecidas, cuál es la importancia del factor étnico en las sociedades humanas y precisar en qué medida es posible y deseable aplicarles las normas y procedimientos de la zootecnia.
Le corresponde después actuar. Ya es tiempo, en efecto, de que el hombre cuide su raza tanto como la de sus animales domésticos.


LA ETNOPOLITICA
17. LA CLASIFICACION DE LAS RAZAS:
precisar empíricamente la distinción presente de las comunidades raciales.
Hablar de grandes razas es ya establecer una clasificación entre los conjuntos étnicos, vale decir comprobar la existencia de amplias comunidades raciales, cada una de las cuales posee determinados caracteres físicos, biológicos y psíquicos que también se manifiestan, en alguna medida en los conjuntos internos más diferenciados.
Las grandes razas son tres, las que, por falta de una terminología más exacta, llamamos blanca, amarilla y negra; denominaciones poco satisfactorias, ya que el color es sólo uno de los caracteres distintivos reconocidos, aunque el más visible, pudiendo su elección trabar al etnólogo en su intento de clasificar algunos conjuntos mestizos o marginales.
Las grandes razas son, por lo general, perfectamente deslindadas, como también las razas en que se dividen, trátese de productos de una diferenciación por el medio o por la mestización, lo que no siempre podemos afirmar con certeza; en este nivel, la delimitación se hace ya menos precisa y deja "residuos" no clasificados o de clasificación discutible, (pues) los conjuntos étnicos son el producto de un doble proceso de diferenciación y fusión, con predominio, según la época, de una u otra de dichas tendencias evolutivas.
(Además de ello) que no siempre podamos precisar en qué medida no permanecen, debajo de las diferenciaciones actuales, supervivencias de razas que existían antes de su fusión relativa. Este movimiento constante y diverso a menudo se olvida cuando se trata de establecer un mapa de las razas.
Mientras que es fácil deslindar, a pesar de las innumerables mestizaciones, el territorio de las grandes razas, así como el de conjuntos netamente diferenciados por hibridación entre grandes razas - los malayos, por ejemplo -, la tarea se vuelve delicada cuándo se trata de las razas, porque algunas de ellas se encuentran en continua fluctuación.
En Europa, las antiguas delimitaciones de las razas nórdica, alpina y mediterránea no han perdido todavía todo significado, pero tienden a ser removidas por las nuevas razas nacionales, por otro lado menos diferenciadas en razón de la creciente interrelación de las comunidades y de la uniformación de las condiciones de vida.
Vale decir que si bien la raza, cuando sus caracteres distintivos son dominantes y poco variables, es tan estable como la gran raza y no se modifica esencialmente sino por mestización, es fundamentalmente inestable cuando sus caracteres son sensibles a la presión del medio o sujetos a mutación.
Por lo tanto, existen razas esencialmente diferenciadas, cuyos caracteres distintivos adquiridos ya no pueden ser modificados sino por mestización, y razas accidentalmente diferenciadas, cuyos caracteres distintivos adquiridos son todavía susceptibles de modificación por el medio.

18. EL CRISOL:
el grado de parentesco de las razas, vale decir la relativa facilidad de su eventual fusión en un todo homogéneo.
Si en efecto, se unen dos individuos o dos conjuntos pertenecientes a razas accidentalmente diferenciadas, su descendencia poseerá los caracteres comunes a las dos razas, mientras que los caracteres distintivos accidentales serán atenuados y, con el tiempo, borrados por el medio.
Por el contrario, la alianza de razas esencialmente diferenciadas da híbridos, exactamente como la de grandes razas. Es decir que un nuevo conjunto sólo nacerá de ellas por homogeneización endogámica. Tenemos ahora la explicación del fenómeno, llamado “del crisol” tal como se produce en los Estados Unidos donde elementos procedentes de todas las razas europeas ya han obtenido, en un tiempo muy breve y a pesar de una inmigración casi continua, una homogeneidad relativa que hace de su población un nuevo conjunto étnico cuyos caracteres propios son netamente perceptibles.
Resulta de todo eso que se puede clasificar a las comunidades sociales, desde el punto de vista étnico, en dos categorías:
las que son racialmente homogéneas, procedan ya de un tronco único, ya de una "mezcla" de razas accidentalmente diferenciadas o de una mestización completa, y
las que son racialmente heterogéneas porque la unificación de elementos constitutivos pertenecientes a razas esencialmente diferenciadas todavía no está terminada.
Resulta, igualmente, que la unidad étnica de un país de inmigración depende del grado de parentesco de las razas que componen su población y del tiempo transcurrido desde su puesta en contacto.

19. LA DESIGUALDAD DE LAS RAZAS
El grado de homogeneidad étnica de las sociedades humanas no constituye el único factor de clasificación que deba tener en cuenta la biopolítica.
Hay también que considerar el valor relativo de las razas en presencia.
Las razas son desiguales como los individuos.
Cualquiera sea la razón - insuficiencia originaria o evolución posterior mal dirigida - el hecho es que ciertos conjuntos étnicos se muestran hoy en día incapaces de crear una civilización y hasta de asimilar la que se les suministra. ¿Podrán hacerlo, en el porvenir?
Lo ignoramos, y aun en este caso subsistiría su actual inferioridad: el niño no es el igual del adulto, y menos aún cuando se trata de un niño atrasado. Notemos, por otro lado, que ciertas razas llamadas primitivas son en realidad degeneradas, sin que el nivel de su época más brillante se haya jamás elevado muy alto.
Pero ¿para qué insistir? Nadie pone en duda los hechos: la gran raza negra no ha producido ni ciencia, ni literatura, ni filosofía, ni teología; su arte no se puede comparar con los de Europa, Asia y América; su organización política ha quedado rudimentaria. Nadie discute tampoco el hecho de que los blancos, dondequiera que hayan aparecido, han constituido un poderoso factor de orden y progreso.
cuando consideramos una raza, es la comunidad que representa la que nos interesa, con su élite y sus imbéciles, más en cuanto conjunto orgánico y no como suma de individuos.
El concepto de superioridad es esencialmente relativo a la escala de valores que se acepta o se crea. Si se decreta que la resistencia al calor es criterio más importante que la inteligencia, se deberá admitir la superioridad de la gran raza negra sobre las demás y especialmente sobre la blanca...
Cuando se ve, por el contrario, a lo largo de la historia, las grandes razas blanca y amarilla, y sobre todo la primera, dominar en todas partes por donde pasen, crear imperios, culturas y técnicas, no es fácil negarles la supremacía de conjunto, aun cuando su superioridad pueda ser discutida sobre tal o cual punto en particular.
Por otra parte, una divergencia de juicios sobre el valor relativo de tal y cual conjunto étnico no contradiría en absoluto el hecho de la desigualdad de las razas.

20. RAZA Y COMUNIDAD
en la realidad de la historia pasada y presente, conjunto étnico y Comunidad política no se confunden sino muy excepcionalmente:
ora una raza comprende varias comunidades, ora una Comunidad posee en su seno elementos étnicos diversos.
Ya que la sociedad política debe evidentemente constituir el marco de la biopolítica, aun cuando nuestras conclusiones nos obliguen a juzgar defectuoso el trazado de sus fronteras, tenemos ahora que considerarla desde el punto de vista étnico.
Sea, por lo tanto, una Comunidad política orgánicamente compuesta de grupos básicos biológicos, económicos, religiosos, etc. federados en forma de pirámide. Si dicho conjunto es racialmente homogéneo, o por lo menos constituido, por elementos étnicos accidentalmente diferenciados en vías de unificación (…) su valor depende, sin discusión posible, de la masa hereditaria común.
No queremos decir con eso que los factores geofísicos, geopolíticos, institucionales, económicos, religiosos, culturales, lingüísticos, etc., constituyan meras estructuras determinadas o superestructuras ilusorias y que sólo la raza dé a la Comunidad las condiciones de su ser político, sino simplemente que dichos factores ven su eficacia y hasta su misma existencia subordinadas a las posibilidades étnicas del conjunto.
La raza es, por consiguiente, el substrato, modificable en la medida que ya hemos precisado, de la vida de la Comunidad:
una especie de materia prima que no es maleable sino dentro de ciertos límites y de la cual nadie - Estado comunitario o Estado conquistador - puede prescindir so pena de fracaso; y dicho fracaso será sancionado por una inferioridad política relativa que provocará con el tiempo la degeneración biológica del conjunto considerado.
Es cierto que existen leyes políticas generales que se aplican a todas las sociedades humanas, precisamente porque son humanas y se apoyan en un fondo común; pero cada raza posee caracteres propios que exigen, para manifestarse con toda su fuerza, un orden particular (y, por lo tanto, no se puede) considerar como absoluto el valor de tal o cual régimen institucional.
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