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sábado, septiembre 19, 2009

LA SIGNIFICACION DEL DIECIOCHO DE SEPTIEMBRE.

SIGNIFICACION DEL DIECIOCHO DE SEPTIEMBRE.

Editorial principal de El Mercurio Viernes 18 de Septiembre de 2009.

18 de Septiembre

La proximidad del bicentenario de la constitución de la primera Junta de Gobierno en Chile es campo fértil para la difusión de tópicos y de simplificaciones. El 18 de septiembre de 1810 no significó la independencia de la metrópoli. No fue, tampoco, un acto de rechazo a la monarquía. Fue, más bien, la expresión de un consenso para asegurar la gobernabilidad de una provincia del imperio español en América en un momento particularmente difícil.
La guerra emprendida por España contra la República Francesa a fines del siglo XVIII dio principio a un complicado juego de alianzas y de rupturas y, por el costo de las aventuras bélicas, a un acelerado deterioro financiero. Con Napoleón, España y Europa pudieron comprobar que el viejo orden político había llegado a su término. Los intentos de Manuel Godoy de defender la corona de Carlos IV contra las pretensiones francesas resultaron infructuosos por la descomunal magnitud del adversario. Además, despertaron el rechazo generalizado contra su persona en España, y la indignación en América, por las gravosas medidas económicas aplicadas para la obtención de recursos destinados a la guerra.

La invasión francesa, la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, la prisión de ambos, la abdicación de éste en Napoleón y el traspaso de la corona a su hermano José demostraron la implacable eficiencia del corso y la incapacidad de la maquinaria burocrática y militar para impedir ese desenlace. Pero lo que más contribuyó a la desorientación colectiva fue el apoyo prestado al francés por los grupos dirigentes españoles. La resistencia a los invasores, que surgió en forma improvisada a través de juntas, se pudo coordinar en una Junta Central y, más adelante, en una Regencia. Estos organismos, que carecían de un sustento legal, gobernaron en nombre del rey cautivo en territorios que, a medida que avanzaban los franceses, iban siendo abandonados a manos de los adversarios, hasta quedar reducidos a una ciudad, Cádiz. Esta autoridad inició una sostenida campaña dirigida a los territorios indianos para que establecieran sus propias juntas, por ser partes integrantes de la monarquía.
Con José Bonaparte como nuevo rey de España, las autoridades americanas quedaron en una situación especialísima. En rigor, al producirse la desaparición del rey legítimo, ellas también desaparecían. Y si se mantenían en el poder, cabía sospechar que pertenecían al bando de los “afrancesados”. Fue la actitud de aquéllas la que le dio matices peculiares al desenvolvimiento político en cada una de las grandes dependencias administrativas indianas.

Chile, dependiente del virreinato del Perú hasta 10 años antes, y con viejos agravios comerciales y financieros respecto de éste, había visto con enorme inquietud la invasión inglesa de Buenos Aires, por su posible expansión, y en la organización de la defensa le cupo un papel fundamental al cabildo de Santiago. Y éste se convirtió en el centro de la actividad política del país, en particular después de 1808.
Lo que Chile recuerda hoy es, entonces, la formación de un gobierno autónomo destinado a defender el reino para Fernando VII. “Sin esa calidad —sostuvo en 1831 un protagonista del 18 de septiembre, José Miguel Infante—, habría sido irresistible la oposición del pueblo, connaturalizado con la servidumbre”. Pero todo cambió con la “tiranía subalterna” de los “mandones”, es decir, del virrey del Perú, como lo subrayó O’Higgins en su manifiesto de 1818. Las tropas venidas desde el Perú y reforzadas por soldados de Concepción, Valdivia y Chiloé modificaron la indiferencia y la actitud ambigua de la mayoría. La opción por la independencia significó una sangrienta confrontación, en verdad, una guerra civil, que condujo a la separación definitiva de España.


COMENTARIOS.
PETRAS. 19-9-2009. Es sorprendente encontrarse con un artículo sobre el Dieciocho de Septiembre con tal altura de miras histórica. Se ve que lo ha escrito alguien que sabe de lo que habla.

El Cabildo del 18-9-1810 junto con jurar lealtad al Rey legitimo (pero ¿cuanto duró la lealtad de los chilenos?) expresó la voluntad de mantener los lazos con toda la Hispanidad desplegada en América.
Despues de un siglo de "afrancesamiento" borbónico, con un absolutismo monarquico caracterizado por una centralización del Estado y una pérdida de los fueros regionales, Chile -y los demás países expresados en sus juntas de gobierno- se reencuentran con la tradición socio-política hispanico-medieval, volviéndose por sus fueros, asumiendo su destino con autonomía.
Desgraciadamente, este reencuentro con la tradición más profunda es desnaturalizado muy prontamente por las tempranas influencias imperialistas norteamericanas que se hacen presentes a través de José Miguel Carrera, quién no solamente hipoteca el rumbo político de Chile para pagar un aprovisionamiento bélico en USA sino que también llega al extremo ignominioso de redactar el Reglamento Constitucional de 1811 en la mismísima residencia del siniestro cónsul estadounidense en Santiago, Joel Poinsett (de triste recuerdo también posteriormente en México).

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