RESEÑA DEL NÚMERO 86 DE LA REVISTA CIUDAD DE LOS CÉSARES:
Veintiún años es una edad más que respetable para una publicación, sobre todo si, como CIUDAD DE LOS CÉSARES, es independiente de todo centro de poder. Puede parecer un prurito de quienes, ensimismados, no supieran sino recordar sus aniversarios; mas, como para nosotros cada número es una victoria, el acumular victorias a lo largo de los años no deja de asombrarnos. Mucho restaría aún por hacer, es cierto; y, sin embargo, la amable indulgencia del lector sabrá perdonar estas pequeñas complacencias de cada año.
Véase este número con que comienza el Año XXII. Desde luego, la portada, obra de nuestro amigo Vittorio di Girolamo, quería expresar la conciencia espacial de los chilenos: también podría interpretarse, seguramente, como la sensación de una nación que duda de sí misma. Con Vittorio pues, dialoga CIUDAD DE LOS CÉSARES en esta ocasión: geografía y destino son los temas centrales, pero también se alude a la educación. Y sin duda queda mucho por hablar.
“Vientos de guerra y poderes informes”, de nuestro redactor E.R., coloca como es habitual la política chilena en el marco de toda la América nuestra. El agotamiento institucional en tantos países americanos, así como su inserción en una estrategia global que no es la de esta América, son las ideas centrales. Paralelamente, “Notas del Mundo”, a cargo ahora de G.A., pasa revista a las elecciones en Irán -donde infructuosamente se intentó una “revolución de color” contra el régimen islámico-, a la inversión de papeles a propósito de Honduras y a la situación creada en Colombia por la nueva irrupción del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. “Materiales para un Bicentenario”, de Renato Carmona, evoca la figura de Joaquín Edwards Bello, que tan próximo debería ser a toda una familia de pensamiento y que, con todo, es tan poco conocido al respecto. En una sección que debería denominarse ya Serranniana, E.J.A. indaga en “Evola y Serrano” las relaciones entre Julius Evola y nuestro recordado Miguel Serrano. Por su lado, Claude Bourrinet, en “El nihilismo en el arte”, pasa revista al apresamiento anglosajón del mundo, disolvente, en este caso, de toda la tradición estética occidental. El malogrado escritor Sergio Meier, que apenas había hecho acto de presencia entre nosotros, es despedido por Juan Carlos Muñoz. Cristián Arregui Berger, a su vez, dedica a CIUDAD DE LOS CÉSARES algunos de sus poemas. José Luis Ontiveros por fin, desde el extremo septentrional de nuestra América, en “El hombre de ninguna parte”, título de resonancias drieularochellianas, alega que ser de ninguna parte es ahora un imperativo categórico. Cierran, como siempre, el número las recensiones de libros: en esta ocasión, Meister Eckhart, Rudolf von Sebottendorff, Julius Evola y los cientistas políticos chilenos Navia, Morales y Briceño.
Y, en el marco de este XXI Aniversario, que todo esto sea para la presente comunidad de redactores y lectores, bueno, feliz y fausto.
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