Jocelyn-Holt: LA DERECHA CHILENA EN ESTADO DE DESORIENTACION.

CON HARTOS SARCASMOS Y FINA VETA POETICA, EL HISTORIADOR ALFREDO JOCELYN-HOLT PONE TODOS SUS DEDOS EN LAS LLAGAS QUE LACERAN A LA (nueva-vieja) DERECHA CHILENA.
Artículo publicado en la revista QUE PASA del 30-9-2006.

¿En qué está la derecha?


La derecha está pálida. La derecha no ríe. Está presa en sus oros, está presa en sus tules. ¿Qué tendrá la derecha, la de ojos azules? ¿Ha perdido las ganas, ha perdido el valor? ¿Es que ya no quiere el palacio soberbio, el que custodian cien negros con sus cien alabardas, y hasta no ha mucho, su más cara ilusión? ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, que venga a sacarla de este triste sopor! Pobrecita derecha: está rara, está ausente, ¿o no será que un tanto cesante de más? ¿Qué tendrá la derecha... la de ojos azules?

Por Alfredo Jocelyn-Holt


Fredrik Reinfeldt, el nuevo primer ministro de Suecia, y David Cameron (a la derecha), el líder de los conservadores ingleses. Dos gurúes de la derecha chilena que busca afuera alguien que la salve.

Algo pasa que no pasa.

No termino de escucharlo: la derecha como que está dando la hora. ¿De qué sirve la derecha si basta con la oposición que hacen estudiantes secundarios y universitarios, gremios en paro, anarquistas con bombas molotov, cuando no la mismísima Concertación? El problema con la derecha es que no ha sabido aprovechar el desgaste de Bachelet. Dejémonos de cuentos, la derecha, así como está, es absolutamente prescindible... En fin, podría seguir hasta el cansancio con esta sonatina. Es lo que se oye, es lo que se dice.
Y, al parecer, el reproche está suficientemente extendido, y el paciente requiere pronta atención. En la última encuesta del CEP, la de junio-julio, sólo una figura de la derecha puntea entre los primeros diez personajes políticos mejor evaluados: Sebastián Piñera (aunque en octavo lugar). En, cambio, entre los que producen más rechazo, las figuras de la UDI y RN arrasan con los premios. De más a relativamente menos repudio, entre los "Top Ten" mejor aplicados destacan: Longueira, Novoa, Matthei, Lavín, A. Chadwick, Espina, H. Larraín, Coloma, Piñera, Allamand, y pujando fuertemente para hacerse un hueco entre los más intragables, los más resistidos, C. Larraín Peña y F. De la Maza. Si esto no fuera de por sí ya alarmante (aunque Darío Paya lo descarta como "irrelevante"), sólo un 20% de los encuestados aprueba la labor de RN y la UDI, a la vez que un contundente 46% la desaprueba. Según Adimark, el rechazo es hasta peor: alcanza un 53.8%.
Estos indicadores se suman, desde luego, a la cuarta derrota de la Alianza en los comicios presidenciales en los últimos 16 años. Agreguémosle a ello el supuesto éxito rotundo de Ricardo Lagos, alabado urbi et orbi, entre otros por el empresariado, y quien en estos días se pasea por el mundo exportando su sabiduría, mientras en Chile la derecha entre que no sabe qué hacer y da palos en el aire.
Palos a los militares, sus antiguos aliados incondicionales, como cuando Lavín (¿corajudo el hombre o se fue de boca?) llamara a quienes colaboraron con la dictadura a hacer un mea culpa. Al punto que algunos ex uniformados se han visto en la necesidad de hablar de corrido y manifestar que jamás volverían a votar por él en el futuro. Y, por su parte, Evelyn Matthei, hija del "tío Fernando" -¡con que la "familia militar" era tan amplia, después de todo!- le escupiría en su cara: "¿Ésa es la última tontera de Lavín?" Palos, a su vez, a los empresarios. Por de pronto, la última de las palizas prodigada justo a la yugular: "Ellos desconocen absolutamente el país real... Cuando alguien de derecha toca los intereses de algunos empresarios, siempre es catalogado de populista, porque lo que más desean es que la Concertación se mantenga en el poder y que se conserve el statu quo, pues les conviene. La única forma que tiene la centroderecha de triunfar es demostrar la más plena independencia y libertad del empresariado", en palabras del siempre veraz y deslenguado (¿por eso tan querible?) Longueira, quien, a su vez, es catalogado, a raíz de este tipo de comentarios, por el empresario David Gallagher como "un Chávez a la chilena", y su partido, la UDI, el de unos puros amigotes que no sueltan la teta. Discúlpenme, parece que se me están enredando las metáforas y sus artífices. Esto último lo dijo Felipe Lamarca y en más o menos la misma línea que Longueira, respecto a los empresarios, o como dijera el senador Escalona, los "chupasangres". Conste que el lenguaje político chileno, más temprano que tarde, se vuelve transversal. Por último, cómo no mencionar el numerito de Carlos Larraín, líder de RN, quien, para no ser menos osado que sus socios, recurrió a los consejos de su mamá, entró en el ruedo y sacó a bailar nada menos que a "la más fea" de todas, ¡al PC! ¿Y eso que no estaba "desaparecido", o se le confundió con el Partido Conservador?
Seguirle la pista a la derecha estos últimos meses es para marear a cualquiera. Hay un dejo de desesperación en este "palos van, palos vienen", jugándoselas todas por si las moscas y, en una de éstas, si les llega a resultar, emplumárselas del pantano en que hace rato revolotean sus seguidores. "Quiere ser golondrina, quiere ser mariposa; tener alas ligeras, bajo el cielo volar". Cuidado, sí. No vaya a ser que devenga en mera polilla entrampada en ensoñaciones suspendidas en el aire, o, como diría el gran Darío, el de aquella princesita melancólica, ensimismada, que persigue "la libélula vaga de una vaga ilusión".
El efecto mariposa
"Calla, calla, princesa, dice el hada madrina; en caballo con alas hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor". La derecha es tan llena de recursos, dispone de tanto ingenio, de tanto oro y tanta perla, que esta otra posibilidad, la de un deus ex machina proveniente de fuera que la salve, también se ha estado barajando últimamente. Comenta la prensa, desde hace un tiempo, el profuso interés que tendría la Alianza por David Cameron, el joven y carismático líder del Partido Conservador británico que sondea actualmente los 40 puntos y ha relegado al laborismo de Tony Blair al tercer lugar en las preferencias electorales (ver Qué Pasa, 1 abril 2006).
Pero Cameron no es el único gurú o modelo posible al que se le presta suma atención. Tiempo atrás supimos que Lavín estaba leyendo sobre la revolución neoconservadora norteamericana que llevó a los Reagan y Bush, padre e hijo, y quién sabe si alguien más, a la Casa Blanca (ver Qué Pasa, 22 abril 2006). Se habla mucho, también, en corrillos derechistas del triunfo de la centroderecha sueca. La UDI siempre ha sido un poco "sueca". De ahí que el gremialismo haya enviado ya sus emisarios para enterarse in situ de Fredrik Reinfeldt, el nuevo primer ministro nórdico. Y, como si se tratara de un paseo de compras por el mall, se están aprestando para vitorear la esperada llegada de José María Aznar del PP español, para que les cuente su también exitosa trayectoria contra los socialistas y que, por cierto, con el correr del tiempo (la política es cruel), lo llevó a tener que ganarse la vida, viajando por el mundo, contando su cuento una y otra vez, ad náuseam, como ahora último, Lagos.
Un pequeño aleteo, allá lejos, puede llegar a producir un huracán de proporciones. En palabras del bardo nicaragüense, es cosa de encumbrarse, cual mariposa y "perderse en el viento sobre el trueno del mar". La física más de punta apoya estas piruetas. Ergo, a eso apuesta la derecha; en eso están.

"Mudo el teclado de su clave sonoro"

Vale. En eso están. Pero, ¿qué es lo que pretenden? Pienso que, en el mejor de los casos, meter de nuevo el gol. Muy propio de la derecha después de todo. El mayor de sus triunfos, su acierto histórico reciente más espectacular, fue postulado por primera vez por Jaime Guzmán hace ya más de 25 años, consistente en lo que denominó "el rayado de la cancha": crear un sistema político, consagrado en la Constitución, en virtud del cual quién fuera el que gobernara daba lo mismo, con tal de que se manejaran las cosas tan exactamente como lo hubiese hecho el núcleo fundante, es decir, la derecha de aquel entonces, todavía amparada por el sostén militar.
El esquema era perfecto en el sentido de que acomodaba el prurito arraigado de la derecha, desde que pierde el voto mayoritario, de querer prescindir de los partidos y políticos incluso de derecha. De ese modo, la colectividad se podía dedicar a lo que, supuestamente, más le interesaría: los negocios o, como me lo dijera un descendiente de familia oligárquica-tradicional, "reconstituir el patrimonio perdido".
El esquema ha estado funcionando tal cual fue diseñado en su momento. Pero últimamente la fórmula se ha ido entrampando. Los políticos profesionales derechistas llevan años fuera de las esferas donde se toman decisiones de trascendencia nacional. Es más, no existe entre nosotros un régimen parlamentario que pueda compensar esta -cada vez más evidente para la derecha- cesantía laboral a perpetuidad mientras la Concertación siga ganando para sí La Moneda o acaparando más y más escaños en el Congreso. Pienso, quiero creer, que los Longueira de este mundo hace rato que se hartaron de salir sólo en la tele. Con todo, no disponen de los votos para hacer tocar la orquesta, llevar la batuta y sacar a bailar a las niñas. Lo raro es que no insistan en terminar con el sistema presidencialista, pero no les pidamos tanto. La derecha es un poco caída del catre, por tanto, muy pero muy lenta en darse cuenta de la realidad-país.
El sistema ha estado haciendo agua también porque el empresariado se ha vuelto soberbio de más y ha querido correr con colores propios, entrometiéndose en el área chica de la política a favor -y he aquí la mansa novedad que trajo Lagos- del oficialismo gobiernista. Los empresarios siempre han sido "fácticos". Ese no es un problema filosófico moral que le quite el sueño a la derecha, pero sí los puede hacer despertar si dicho accionar fáctico se torna en una pesadilla funcional a los meros propósitos del "otro", su atávico enemigo político: la DC y la izquierda, y, además, juntos pudiendo más. Esto, de producirse, puncetea cierta fibra sensible en la derecha y la saca de quicio. Lo dice casi textualmente la sonatina dariana: "El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña (¿la derecha política?) dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente. La princesa persigue por el cielo de Oriente, la libélula vaga de una vaga ilusión".
Supongo que eso, y no otro, es lo que lleva a la derecha a querer ensayar otras estrategias posibles. Puede, sin embargo, que quieran solamente -yendo a Suecia y a Gran Bretaña- dar con una técnica de marketing o una mera fórmula electoral para así remontar las cifras. Si ése es el caso, a mi juicio, se equivocan medio a medio. ¿Sinceramente creen que la Concertación está empollando en el gobierno desde hace 16 años sólo porque ellos son más duchos a la hora de empaquetar el producto y vender la pomada?